viernes, 4 de noviembre de 2011

El Dios en el que yo creo

El Dios en el que yo creo
es el que me da fuerzas para dar cada paso,
el Dios que me susurra que aún no he terminado,
que me falta quizás una sonrisa firme,
una mano dispuesta, una palabra amable.

Que me falta aún perdonar una ofensa,
recorrer una milla, compartir una manta,
que aún me falta luchar para crear otro mundo,
más sencillo, mas noble,
abierto a todos, cercano al pobre.

El Dios en quien yo creo
atiende los cantos, los gritos y llantos,
de tantas voces mudas, de tantos desterrados,
de tantos olvidados al borde del camino.

El Dios en quien yo creo
trabaja de alfarero,
de la aurora a la tarde me modela con paciencia,
celebra mis fiestas y llora mis dolores,
con el corazón puesto en la obra de sus manos.

El Dios en quien yo creo
penetra en mis entrañas,
más caliente que el fuego,
más profundo que la espada
y me mueve a entregarme a tiempo y destiempo.

El dios en quien yo creo, como padre amoroso
acuna entre sus brazos a sus hijos pequeños
y con ellos se pone cada día en camino
para vivir su vida,
para crear su Reino.



Adaptado del poema de Juan Bautista F.

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